Sunday, November 13, 2011

"Marranadas" de Marie Darrieussecq





[…]no hay una literatura de mujeres. Sería una mala noticia, porque 
sería un apartado de la gran literatura universal, masculina, algo menor.

Marie Darrieussecq en la conferencia: “El poder y el papel de la mujer en la literatura”.







El libro llegó a mis manos de forma amorosa: me lo regaló una gran amiga escritora a la que quiero y admiro muchísimo. La única recomendación me animó a leerlo, postergando otros títulos de mayor urgencia; parafraseo la genuina economía de ese creo que te va a gustar, pues aun la predeterminación de una afinidad, es más que agradable saber que alguien piensa en los posibles gustos de alguien a la hora de regalarle un título. Y más todavía: cuando quien lo piensa imagina el abanico de posibilidades con las que el contenido de su regalo ensanchará tu trabajo como lectora y tu oficio de escritriz. 

Marranadas es un libro de prosa fluida, lo que no quiere decir que sea sencillo. Hay, en las imágenes de Darrieussecq, una complejidad desautomatizadora, contrastada por la voz cándida y clasemediera de una mujer simple. Y he ahí su encanto: el surrealismo no se domestica, porque existe la sorpresa de una metamorfosis que, alegóricamente, es una crítica del sistema: la sexualidad, el clasismo y machismo, en una complitud que se maneja desde lo políticamente incorrecto y que se justifica ante la candidez de una personaje tragicómica. 

Una vendedora de perfumes, da masajes relajantes a sus clientes (que en un principio son hombres y mujeres, ya luego la clientela será solamente masculina), al tiempo que comienza a experimentar cambios corporales traducidos a un simple aumento de peso, aunque proporcionado. La piel se engrosa y más rosácea, le brinda a ésta un sex appeal de fertilidad, básica estética de apareamiento ante esa urgencia tan humana de evitar la extinción de la especie. La curvilínea vendedora de perfumes saca provecho de esto; más en el plano de la seguridad personal que le brinda el sentirse deseada, que en lo económico (el que se embolsa el dinero es el gerente de la tienda). La novela comienza con una mujer-puerca que apenas sostiene la pluma que le produce terribles calambres al escribir: […] tengo que escribir este libro sin más dilación, porque si me encuentran en mi actual estado, nadie querrá escucharme ni creerme. Así comienza la historia, la mujer-puerca narrará los menesteres que la han llevado a tal ¿deformidad? Los detalles son pocos, o más bien, generales. Tanto, que esto puede percibirse más como un recurso narrativo que como una impertinencia en la intencionalidad. Este generoso juego, da al narratario de Darrieussecq, la posibilidad de imaginar el monstruoso cambio como algo concreto o de abstraerlo en alegorías: quizá toda la parafernalia de la metamorfosis ocurre en su mente y en la realidad aparente, los personajes extras sólo ven a una mujer de comportamiento extraño (porcino), cuyo semblante humano va extinguiéndose ante el cansancio de nuestra época; igual que ocurre con la otredad urbana no insertada en el sistema: back to the roots!

Hay, sí, dentro de esta narrativa de imágenes surreales, veintemil referencias: Esopo, Kafka, Cronenberg, etc. Pero, insertando a la autora dentro de un marco generacional, y ya que comparte esa cuna condicional con Virginie Despentes, y que la novela fue desarrollada apenas previa al Y2k, existe esa intuición evolutiva de la literatura incómoda. En ese entonces de su producción-publicación, ya existía Trainspotting, el splatter punk era un tesoro vintage, Despentes se asía del grunge para atentar la lengua, Santacroce florecía entre el asfalto de la tradición italiana (bajo el cobijo de la Juventud Caníbal) y en Estados Unidos comenzaba a gestarse The Burned Children Generation. Darrieussecq, con Marranadas, vino a acurrucarse en ese abanico diverso que untaba al mundo con la premisa estética del fracaso occidental. La autora instaló su escultura de fango entre aguas negras y abrió la puerta a otros lectores, los que no estaban familiarizados con ese antídoto antitodo para que sus Marranadas devinieran un best seller.

Mis espectaculares críticas: exceso de personajes extras de los que se puede prescindir en los créditos pero que la autora, de manera válida, echa mano para circular su texto. Algunas descripciones generales que están de más. Y un final que intuí desde la mitad de la novela (aunque esto último se encuentra saltando la frontera entre lo predecible y la perfección de un final con el que yo y mi control freak cerraríamos). 

¿Vale la pena leerla? Absolutamente. Su riqueza nociceptora cambiará nuestra percepción del universo porcino y su bizarrez pansexual cubrirá todas nuestras necesidades de verosimilitud. Además se lee en tres sentadas y es de una prosa adictiva.

La imagen más ostranénica: abortos de fetos puercos cuyos cuerpos van enfriándose tras el rigor mortis. 

Sunday, November 06, 2011

[ clarice lispector ]




Escribo porque no tengo nada que hacer en el mundo: estoy de sobra y no hay lugar para mí en la tierra de los hombres. Escribo por mi desesperación y mi cansancio, ya no soporto la rutina de ser yo, y si no existiese la novedad continua que es escribir, me moriría simbólicamente todos los días.

















Wednesday, November 02, 2011