{dentro del templete del f.f.a. (Fist Fucking of America), emprendía la exégesis del puño}
El universo -recitaba el enano como si estuviera en una habitación hexagonal y blanca, acariciando un pelícano atragantado con un salmón coleante-, es obra de un dios apresurado y torpe. Su pretensión lo llevó a construir cosas sublimes, rosadas y con pisos, como un cake helado de La Gran Vía; también le salieron -añadía, señalando con un índice oscilante, de falanges hinchadas como canutos, a la Tremenda, con una musaraña repugnante, como si le pegaran a la cara una papaya abierta- mamarrachos como éste: un pedazo de carne con marvelline en los ojos. Nuestro propósito -concluía exaltado-: el caos total. Terminar con esta jarana mal gusto que todo rememora, desde las auroras boreales hasta la tortilla tahitiana.
Maitreya, 1978.