A Yukio M. por el invierno pasado
Capillas Funerarias ISSTELEON:
Reptar por la banqueta con la mirada fija en la estación del metro. Reporteros de preguntas deformadas en el vaho. La mañana larga. Los restos de la noche en cajas. Murió alguien importante. Policías ejecutados. La ficción en el imaginar que no conoces ese sentimiento. Mirada fija en el metro: miradafijaenelmetro. Esa güera que quizá viste por el rabillo del ojo, la tristona de pistola a la cintura, en unas horas se dará un balazo. Jigai regiomontano de una geisha policía. ¿Por qué? Porque alguien debe acabarse la vaina y el santa junkie insertando micropuntos y tachas bajo la lengua. ¿Me lleva él o me lo llevo yo? Llévense a quien sea menos esta regia navidad. Hoy voy a tomar el metro con su nueva línea de aroma forumesco.
Capillas Funerarias ISSTELEON:
Reptar por la banqueta con la mirada fija en la estación del metro. Reporteros de preguntas deformadas en el vaho. La mañana larga. Los restos de la noche en cajas. Murió alguien importante. Policías ejecutados. La ficción en el imaginar que no conoces ese sentimiento. Mirada fija en el metro: miradafijaenelmetro. Esa güera que quizá viste por el rabillo del ojo, la tristona de pistola a la cintura, en unas horas se dará un balazo. Jigai regiomontano de una geisha policía. ¿Por qué? Porque alguien debe acabarse la vaina y el santa junkie insertando micropuntos y tachas bajo la lengua. ¿Me lleva él o me lo llevo yo? Llévense a quien sea menos esta regia navidad. Hoy voy a tomar el metro con su nueva línea de aroma forumesco.
Femme Samurái (o de cómo los policías tienen señores feudales [o México y la involución de vivir en el oriente medieval]).
El Express de la tarde señala el hueco que en la sien se abrió la mujer con un revólver treintayocho automático. No se amarró las piernas ni recitó un poema antes de que la “espada” le atravesara el “vientre”. No imaginemos, entonces, que se hizo un harakiri o(a)ccidental. Pero definitivamente murió antes de que llegaran por ella.
El Express de la tarde señala el hueco que en la sien se abrió la mujer con un revólver treintayocho automático. No se amarró las piernas ni recitó un poema antes de que la “espada” le atravesara el “vientre”. No imaginemos, entonces, que se hizo un harakiri o(a)ccidental. Pero definitivamente murió antes de que llegaran por ella.
