Gestar mediante la herida lo que se precisa para la producción de un grito. El mismo no va inmediatamente a la herida, sino algunos segundos después, no es un grito propiamente de dolor en su forma automática, sino más bien una instancia utilitaria para justificarla. Para decirlo de otra manera, no es la herida la que causa el grito, sino exactamente a la inversa; para herirse era preciso el grito, todo lo demás es un pretexto.
Lumpérica (comentarios a la producción del grito), 1983.