Yo iba para Monterrey, yo iba a Monterrey pero me quedé en Tijuana;
uy, y de eso ya hace veinte años.
Hoy conocí a alguien especial. Tiene entre cincuenta y sesenta años, es del DF y platicamos del 'punto blanco' en la meditación. Me dice que hace cinco años tenía diez perros, hoy ya sólo le quedan cuatro (como en la canción). Acaricia a Beka, abraza a Tolstoi y tomamos café. Remata con una disculpa cliché de su Todos los escritores están como que locos, como que son existenciales; le enseño algunos libros, los mira atento.
Hablamos de política, cultura y artes visuales. Gastronomía norteña y rarezas del centro, la música, la familia, los hijos, los padres, la educación. Sólo sé que está juntando para comprar gallinas ponedoras y establecerse en su ranchito en Tecate, plantar árboles de durazno, tomates, flores y seis pinos, al lado de rocas glaciares.
Uno va y viene y busca y hace y salta y estudia y viaja y se enamora, sólo para descubrir que la vida es más simple, sonríe y me mira mientras atornilla el abanico al techo. Es mi electricista. Y también es plomero y gasero y soldador, herrero, cuidaperros, no fumador, vegetariano en potencia, lector, psicólogo empírico y un gran conversador.