Ayer, por primera vez en muchísimas semanas me sentí libre. Después de una punzada en el colon de vez en cuando, una espalda molida y tensa, inflamada y dormida, ojeras, café que no sirve para levantarse sino para mantenerse despierta, cajas y cajas de cigarros. Llorar por malas impresiones, por más gastos de dinero, por todo. Ayer terminó. Culminó cuando antenoche me bajé con unas chelas a la tienda de la Lore y ella estaba en la terraza del Insomnio. Cuando regresé a casa y apenas la cama ya no supe de mí. Cuando al despertar sentí un vacío, un feliz vacío que dan ganas de correr e ir al mar y meterse al agua helada y regresar y bañarte con agua tibia y meterte entre las cobijas para ver una peli, una buena peli. Pero la buena fortuna fue el recuerdo de a unas cuantas páginas de terminar Gumaro de Dios, El Caníbal, libro que tenía leyendo en mis "ratos libres" unos días atrás. Lo acabé con mixes de risa y lágrimas y emociones. Ya se acabó, dije. Extrañada de la finitud de un libro, con la expectativa infantil de que los libros nunca terminan.
Ya en el mood criminalístico, con el morbo enfermo que caracteriza a quien acaba de leer un libro con la historia de un joven que mató y se comió a su pareja, pasamos al Blockbuster a rentar esa miniserie que varias veces vi sólo de reojo: Criminales del siglo XX. Cabe señalar que primero fuimos a ChaCha, un restaurante muy hogareño cuya dueña (gringa) debe tener ascendencia italomexicana. La comida siempre es barata y chida. Yo, un sandwich siciliano, Jenny, un meatball, para llevar, o para traer. Tres discos tiene la chingada miniserie, quizá de tres horas cada uno. Son diez horas de asesinos seriales, psicópatas, gángsters, dictadores, violadores, ladrones, etc. Y ahí voy a echarme para darle gusto a la retina. Yo solita, la otra estaba evandiéndose jugando sudoku, oyendo y cuando algo le interesaba, veía. Vas a tener sueños raros, sentenció (sueños raros son naitmers o pesadillas). Pensé que quizá tenía razón y dejaría mi maratónico morbo dividido a la mitad y hoy veré la segunda parte. Al Capone fue el estelar, cabe señalar. Entre locos, violadores y demás, me agradó Capone, culpe a mi tardío inicio con los Sopranos si quiere.
La cosa iba de que no tuve pesadillas. Es decir, terminé la historia bastante explícita donde Gumaro de Dios Arias se come al Pelón, su pareja (llámele sentimental si quiere, yo diría sexual) y todos los avatares de este antagónico vital hasta el día en que se escribió el libro. La descripción del caldito que se hizo con la grasita de la panza, las costillitas asadas con pico de gallo. Luego una hora y media de criminales y nada. Soñé que volaba en un asiento de Aviacsa, que me habían regalado por no reactivarme mi boleto a tiempo. Me decían: tiene como premio un vuelo gratis por la ciudad de Monterrey, dando vueltas por la macro en un asiento, usted maneja el vehículo. Me dieron unas salchichas de regalo. Y ahí voy yo en la pendeja en mi sueño, comiendo salchichas y lanzándolas a los compas que reconocía pa que me voltearan a ver arriba de la ciudad. Yo volando, volando volando en mi sueño volando ~volando: [[[mira miramiramira]]]: )))hielo. Está lloviendo hielo. ((( HIELO
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¿nieve?
ah, ¡granizo!
lo raro es que después de intenso sol, vientos de springbreak y gafas, hoy por la madrugada granizó. Luego ya por la mañana los pajaritos, el sol, el mar azul. Más gringos por la carretera con sus casitas rodantes. Sombreros de Viva México y zarapes en güeros. No sé si el granizo es el mundo en el que yo. Estaba soñando que volaba y tenía unas salchichas, grité. No quiero ver granizo. Estoy poniendo gasolina a esta máquina de escribir ¬¬...